Hace unos años, durante una sesión de psicoterapia, un paciente me
comentó que nadie le había enseñado a mirar las cúpulas. Por esos días, transitando por una de las avenidas céntricas de la ciudad se dio cuenta de que siempre caminaba mirando las veredas pero no las alturas.
Esta experiencia es muy común. Caminamos por la vida evitando pisar excrementos de perros o buscando alguna moneda perdida y nos olvidamos de las bellezas de las cúpulas. Estos dos estilos de mirar no tienen por qué ser excluyentes. Existe un arriba y un abajo; una izquierda y una derecha. Sin embargo, a pesar de la movilidad que
tiene la cabeza, nuestras cervicales, con su artrosis, nos demuestran que hemos optado por la rigidez.
En el nivel de lo psicológico algo parecido nos ocurre: nos encontramos con otro tipo
de endurecimiento. Se trata de aquel que es provocado por la apasionada necesidad
de ignorarnos en nuestros deseos. De la misma manera que la artrosis dificulta los
movimientos y nos causa dolor, la pasión por la ignorancia de nosotros mismos pone
obstáculos a nuestro encuentro con el bienestar.
Es notable observar la manera en que las personas desean y temen el cambio.
Consultan a psicoterapeutas y psicoanalistas, terapeutas alternativos o
complementarios, concurren a conferencias y talleres, consumen decenas de libros de
autoayuda. Sin embargo, todo parece quedar en la nada. ¿Qué pasa entre esa
información que les llega y su dificultad para autoaplicarla logrando la tan deseada
transformación?
Es que las personas quieren cambiar pero sin abandonar los viejos esquemas rígidos
con los que han preformado su vida. Están fuertemente convencidas de que el
cambio debe provenir desde afuera, del profesional, del conferencista, del autor del
libro quienes, se cree, conocen el secreto de la felicidad, del enigma de la vida, del
recóndito sentido profundo de la existencia. Aquellas personas se caracterizan por la
constante demanda del tipo: ¡"Dígame qué tengo que hacer para ser feliz!"...
Extraído del Libro: ¿Qué estoy haciendo con mi vida?
Autor: Ramiro A. Calle